El Mundo. María Carbonell / Entrevista
«Esta cuarentena nos hará ver el arte de otra manera»
María Carbonell, ganadora junto a Paloma Pájaro de la Bienal Martínez Guerricabeitia, indaga en la violencia del cierre de fronteras.
La obra con la que María Carbonell ha ganado, junto a Paloma Pájaro, la XIV Bienal Martínez Guerricabeitia, es de 2017 y pertenece al proyecto Looking for a Paradise, en el que examinaba el fenómeno migratorio como única forma de supervivencia. Pájaro, por su parte, ha obtenido el galardón con una pieza figurativa de toque naturalista, «pero con elementos sobrenaturales», subraya la artista, dentro de una escena casi postapocalíptica: «Yo cuando realicé la obra estaba pensando más bien en una metáfora plástica en torno a la guerra como continuación de la política». Ambos temas muy oportunos para adentrarse en el candente asunto de las fronteras, ahora más de actualidad si cabe por la pandemia que ha obligado a extremar las precauciones del libre movimiento entre países, y de la violencia como estado latente de la siempre tensa convivencia humana.
«Quería resaltar precisamente el aspecto de violencia que se genera durante el desplazamiento, por el hecho de cerrar fronteras y de lo que acontece igualmente en el lugar de destino», señala Carbonell, confinada en casa porque al presentar síntomas del coronavirus la metieron en el protocolo Covid, aunque afortunadamente esté bien. En su pieza, titulada Nobody will speak of us when we are dead [Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto] se hace referencia a la pérdida y a la muerte, de ahí el hombre que sostiene al hijo en brazos. «Quería hacer reflexionar sobre la ola de migraciones que está habiendo por cuestiones de guerra. Es un fenómeno que no sucede a lo lejos, sino que nos toca muy de cerca y para nada es algo puntual», resalta Carbonell.
«Quería resaltar precisamente el aspecto de violencia que se genera durante el desplazamiento, por el hecho de cerrar fronteras y de lo que acontece igualmente en el lugar de destino», señala Carbonell, confinada en casa porque al presentar síntomas del coronavirus la metieron en el protocolo Covid, aunque afortunadamente esté bien. En su pieza, titulada Nobody will speak of us when we are dead [Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto] se hace referencia a la pérdida y a la muerte, de ahí el hombre que sostiene al hijo en brazos. «Quería hacer reflexionar sobre la ola de migraciones que está habiendo por cuestiones de guerra. Es un fenómeno que no sucede a lo lejos, sino que nos toca muy de cerca y para nada es algo puntual», resalta Carbonell.
El contraste que aparece en su obra, entre la muerte acaecida durante el sombrío proceso migratorio y el color de la sociedad del bienestar como lugar de acogida, sirve para crear cierta expectación en el espectador, «de manera que le lleve a reflexionar sobre la pieza, a ver más allá de lo que percibe en un primer momento. En mis obras trabajo como si fueran un puzzle iconográfico, con diferentes partes que al final las combino para generar una imagen propia y que desestabilice a quien lo contempla», subraya la artista.
Dice que cuando hace una obra la realiza con cierta intencionalidad, pero una vez que está hecha, entraríamos ya en otra fase en la que el artista no controla, porque el espectador al verla genera sus propias cuestiones. «Es muy interesante el hecho de que cuando tú ves una pieza, después de ciertos acontecimientos como los actuales, también extraes otra lectura. Por ejemplo, ahora que estamos viviendo una situación que antes ni te la imaginabas, de repente se te abre la mirada de un modo diferente. Esta cuarentena, de hecho, nos hará ver el arte de otra manera. Y, así, la pieza no deja nunca de nutrirse y de transmitir cosas distintas en función de las circunstancias».
María Carbonell insiste en ese cambio de percepción sobre las cosas, «porque te das cuenta que lo que pasa en otros países ya no es tan ajeno. Cuando empezó lo del coronavirus en Wuhan, pensamos que era algo que pasaba en China y que a nosotros eso no nos iba a tocar ni de coña, y mira, estamos ahora en Europa que no sabemos por dónde salir». Y agrega: «La vida ves que te puede poner ahora en cualquier circunstancia y tenemos que entender que esto es algo global. Lo mismo pasa con la migración, que te puede pasar a ti, que no lo hacen porque les apetezca, sino porque no les queda otra solución».
La plástica es una parte importante de su trabajo, porque siempre dice tener un contenido conceptual detrás. «Esa plástica es la que llama la atención y atrapa al espectador. Si no tiene ese primer impacto, esa persona no se va a detener a mirar más allá del trabajo, de manera que intento que la parte pictórica tenga la suficiente fuerza como para atraer al espectador y que éste se cuestione de qué va la pieza. «Son como trucos», esa relación entre aspectos antagónicos, para que la pieza no pase desapercibida».
Cuando salgamos de este confinamiento, Carbonell piensa que las cosas van a cambiar mucho, «porque tendremos otros comportamientos socioculturales y se pueden generar unas fobias que antes no teníamos». Al igual que señala las posibilidades cada vez más cercanas de todo cuanto ocurre en el mundo: «No es algo hipotético, ficticio, sino algo muy real. Y esto genera también un miedo, que puede ser aquello por lo que se mueva ahora la sociedad. Lo duro va a ser lo que venga después».
Paloma Pájaro muestra por su parte en Zoosofías, a dos animales como trasunto de lo humano: «Son dos liebres de la misma especie, de la misma talla, del mismo color y pelaje, que entran en dialéctica, lo que sería la guerra entre Estados». Descarta que haya en esta pieza un trasfondo animalista o ecologista. «Hablo de la guerra humana», subraya, para extenderse en ello: «La situación que vivimos lo está dejando claro, porque ahí tenemos a Estados Unidos y Rusia, Estados Unidos y China, China y Rusia, la propia Unión Europea. Es una lucha por los intereses de cada Estado y por su supervivencia. Esa es la guerra». Y esta es la vertiente política en la que Pájaro ha decidido adentrarse en Youtube con su proyecto Fortunata y Jacinta, ahora robándole todo el tiempo que le ha obligado, de momento, a aparcar su faceta artística.
Salva Torres
elmundo.es